Una vecina me regaló por mi cumple una Sindy. Era tipo Barbie. Nunca me gustó muchó. Sólo me molaba que se le articulaban las piernas y podía doblar las rodillas y poner posturas en plan bailarina. Mi sindy se pasaba el día con posturas de baile.
La mía era morena.
Sindy tenía vestiditos. La mía sólo tenía uno y además perdió los zapatos de tacón el mismo día que me la regalaron. Yo creo que a lo mejor la hacían daño.
Si hubiera sabido que tenía esta casa tan bonita la habría puesto en mi carta a los reyes, aunque es verdad que los reyes luego traían un poco lo que les daba la gana.
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