Eran muñecas y muñecos tirando a feuchinos que costaban un pastón porque eran únicos e inimitables, o eso nos vendían en el anuncio. Recuerdo que en el anuncio también decían que venían con su certificado de nacimiento y todo. Qué completos.
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Es de los pocos juguetes caros que nunca quise tener, daba grima verlas, aunque supongo que la culpa sería de los genes de los padres, fijo que eran Cardos.
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