30 de enero de 2009

Bote de Colón










No sé si los fabricantes de Colón fueron conscientes de lo que inventaban al diseñar el tambor de Colón, ni si son conscientes de la infancia que arrebatan a los niños actuales cambiando el tambor por una vulgar caja de cartón aplastada. El tambor de colón hacía honor a su nombre. Hay que ver lo bien que sonaba cuando golpeabas la tapadera con las pinturas Alpino. Ningún tambor de juguete suena tan bien como el tambor de Colón. Ninguno. En cuanto se vaciaba el tambor de Colón pasaba a ser propiedad de los niños. La excusa era: metes dentro los juguetes y así no dejas toda la casa regada de chismes. Claro que sí mamá. Pero a partir de ahí el tambor de Colón se convertía en una roca tras la que esconderse de cualquier amenaza indefinida, en un coche y la tapadera era el volante, en una cueva que exploraban Jesmarín, Baberín y Barriguitas… Y al final, inexplicablemente, los juguetes seguían regados por toda la casa. Normal porque si Jesmarín, Baberín y Barriguitas están practicando espeleología dentro, no es cuestión de tirarles encima todos los demás juguetes. Si es que los adultos no entienden nada.

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