24 de octubre de 2023

CELIA EN LA REVOLUCIÓN (1943) Elena Fortún (Edición definitiva)

 



     La Guerra Civil española ha sido muy mal tratada por la literatura, sobre todo por la contemporánea. Lo que me puedan decir o dejar de decir escritores como Almudena Grandes o Muñoz Molina sobre ella me importa poco menos que nada. Esa Guerra Civil de buenos y malos, de héroes y villanos, como si de un estúpido, infantil, cómic de superhéroes americano se tratase, no me interesa para nada. De la Guerra Civil me interesa el sufrimiento, directo, de las personas, de los civiles, y de los militares rasos, las batallitas, las heroicidades, para psicópatas, para megalómanos, para políticos. Los toros desde el tendido se ven más pequeños, el fútbol desde la grada, desde la pantalla, se ve muy fácil, y comprensible, y de una Guerra Civil, la mayor tragedia que puede vivir, sufrir, un país, no se puede hablar con distancia, desde la frialdad del forense, del escritor de oídas. Cualquier libro escrito por personas que vivieron de primera mano la contienda, por parciales que sean, tiene más valor que uno escrito, imaginado, en la actualidad. Excluidos todos los bélicos, todos los sectarios. Si ese testigo presencial es un niño, “Yo fui feliz en la guerra” de Chumy Chúmez, “El barranco” de Nivaria Tejera, o una adolescente, “Celia en la Revolución”, miel sobre hojuelas.





     La mirada limpia, desprejuiciada, desideologizada, de un niño, de un adolescente, es la manera más objetiva, clara, de afrontar cualquier conflicto. Su comunión con la vida, con el presente, es absoluta, y las pajas mentales, filosóficas, ideológicas, les resbalan. La única diferencia es que para un niño la guerra es sólo un juego más, unas vacaciones sin cole, y para un adolescente hay algo más de conciencia de su propio sufrimiento, y de los demás. En “Yo fui feliz en la guerra” hay sufrimiento, miedo, hambre, rodeando al personaje principal, un niño, sin que apenas los interiorice, y en “Celia en la Revolución” el sufrimiento, el miedo, el hambre, es un todo, externo e interno. Chumy Chúmez adopta una distancia irónica como narrador, y Elena Fortún se borra. En ambos tienes la sensación de estar viviendo la Guerra Civil de primera mano, en presente, sin literaturas, retórica, ni ridículos lirismos. La Guerra Civil verdadera, la del heroísmo cotidiano, la de la supervivencia, la de los civiles, la de las mujeres y los niños, los grandes olvidados de las guerras, y de las no guerras. Quien prefiera batallitas, sangre, sudor y semen, que se aliste a la legión y se vaya a descapullar monos a Afganistán. Que nadie se lleve a equívoco con el título, no forma parte de la saga de libros de Celia, aquí el costumbrismo más o menos complaciente, sin sangre, es sustituido por la amarga realidad a palo seco, sin bicarbonato, sin colorete. Por supuesto fue publicado posteriormente, décadas después, las dictaduras sólo entienden de vencedores y vencidos, y los civiles solo son engorrosos peones del juego, mala literatura.





     No recuerdo cómo llegué a “Celia en la Revolución”, el GRAN libro con mayúsculas sobre la Guerra Civil, supongo que por mediación de Carmen Martín Gaite (¿sus conferencias en la Fundación March?), reconocida Fortunista. Solo recuerdo que traté de comprarlo, sin éxito, debido a su precio desorbitado. Lo encontré en una biblioteca infantil de Valladolid, y no sé si esa fue la primera vez que lo leí completo, creo recordar que anteriormente conseguí una copia escaneada incompleta por internet en un blog. El caso es que empecé a hacer proselitismo del libro (cuando nadie lo hacía, incluido Trapiello) en redes sociales y blogs, e hice un PDF que subí gratuitamente a internet, su primera versión digital (2014), con gran éxito de descargas. Al poco tiempo, 2016, y casualmente, la editorial “Renacimiento”, vieja conocida sevillana, prefiero no entrar en detalles, decide reeditar el libro, solo tuvo una primera edición en “Aguilar” de 1987, que pasó completamente desapercibida. Celia, mito de la literatura infantil de posguerra, en los años 80 ya no era la heroína de las niñas, más bien lo era “Esther” de Purita Campos. Hasta aquí todo bien, mi objetivo al subirlo era precisamente ese, que se reeditara, lo mismo con el resto de PDFs, que me lo agradezcan o no, es lo de menos, ya se sabe que en España apropiarse de los méritos, esfuerzos, ajenos es casi una tradición secular. Obviamente sin la labor de Marisol Dorao, filóloga inglesa gaditana, que se hizo con una copia manuscrita del libro inédito (aunque se sabía de su existencia, fue la propia editorial “Aguilar” la que puso a Dorao sobre la pista, el hijo ya muerto les había dado el dato, y le mencionan que seguramente lo tenga su viuda, vamos que azar lo que se dice azar, el justo), la labor del resto no existiría. Tampoco sin la nuera (última familiar viva) neoyorquina de avanzada edad de Elena Fortún, Anne Marie Hugh, que guardaba la copia en una maleta, o bolsón según el día, y que decidió regalársela a la filóloga porque la iba a tirar, o para su publicación en España según el día, y que posteriormente no quiso devolvérsela (me parece bien, así ahora está en España y no en manos de algún coleccionista). Sin esta fallida y deshonesta primera transcripción de Marisol Dorao, que seguramente leyó Carmen Martín Gaite, nadie podría leerlo en la actualidad, así que conste en acta mi eterno agradecimiento. También al donante anónimo del manuscrito, seguramente familiar directo de Marisol Dorao (que murió en 2017), que en 2021 lo donó a la Biblioteca Joaquín Leguina, donde reside el archivo de Elena Fortún. Sin esta copia posteriormente digitalizada por el archivo, que se puede consultar gratuitamente, no habría podido contrastar la transcripción con el original. Transcripción que poco tiene que ver con el original, Dorao (y los editores, correctores, de “Aguilar”), como buena filóloga, decide que no le gusta la puntuación de la Fortún, y lo puntúa a su manera, lo llena de comas. Y ya metida en faena, pues decide cambiar algunos tiempos verbales, reescribir algunas frases, inventarse algunas palabras, cientas, de difícil transcripción, suprimir otras (tan fácil como indicarlo con una nota, son cientas las palabras no transcritas y todas son legibles, con mucho esfuerzo, pero legibles), y entre pitos y flautas, entre arbitrariedades varias, miles de cambios, o simplemente errores, aparentemente insustanciales, pues escribe, escriben, su propio libro, no el de Elena Fortún. Esa pasión de los filólogos, de los hispanistas, y de los editores-correctores (el cáncer de la literatura) en general, por reescribir los libros de los demás es digna de estudio, supongo que esa falta de respeto, de lealtad, de fidelidad, a la literalidad de los textos, a su estilo y ortografía, también la permitirán en el caso de los suyos, en el muy hipotético caso de que existieran, que no suele suceder, quedaros con este concepto: escritor frustrado. Resumiendo, que con esta transcripción exacta, e integral, del libro, se cierra por fin el círculo de “Celia en la Revolución” (que de boceto tiene lo justo, los tachones y los añadidos de la propia Fortún son mínimos, se nota que es una copia en limpio a lápiz) un círculo con muchas aristas en el que he puesto varios granitos de arena.



Descarga gratuita en PDF:

https://mega.nz/file/G2YWXbiY#nMgyPXDEFiH0GxA_odxQdyzuIOmBEPeckOrT4mf0BpU




30 de junio de 2021

PEPÍN Y LOLA, historia de un plagio



Pepín y Lola saludan a sus hermanos gemelos Gustavo y María Isabel

     Para los niños de los 70-80 (tuvieron más de 10 ediciones), Pepín y Lola forman parte de nuestra familia, fueron las primeras imágenes, ilustraciones, que nos llevamos a los ojos. Estaban dentro de unos libros de aprendizaje de lectura y escritura de parvulitos de la editorial burgalesa Santiago Rodríguez, “Quiero leer” (https://lainfanciaenlos70y80.blogspot.com/2009/11/pepin-y-lola.html). Ya de adulto, al menos según el DNI, la fascinación por esos personajes, por esos dibujos, seguía intacta, y descubrir la vida y milagros de su ilustrador se convirtió en una obsesión, era imposible que un dibujante así de original no hubiera tenido continuidad. Pero en vista de que no encontré ningún tipo de información, ni tan siquiera recurriendo a la susodicha editorial, concluí que era posible, que seguramente José Manuel Ortiz fue un dibujante fugaz. Pasaron unos años, y la casualidad quiso que viera un corto de animación español de 1970 con el título de “Cómo nace una familia”, dirigido por Cruz Delgado, el director de la mítica “El desván de la fantasía” (1979), también con dibujos de José Ramón Sánchez, el dibujante más famoso y recordado de nuestra infancia, participó en los programas infantiles de televisión española “Sabadabadá” (1980-1984) y “El Kiosko” (1984-1986), su gigantesco mostacho era inconfundible, inolvidable. La sorpresa fue mayúscula, ahí estaban Pepín y Lola, y sus padres, bajo otros nombres, pero con la misma apariencia, y en movimiento. Fruto del entusiasmo del descubrimiento, José Manuel Ortiz y José Ramón Sánchez eran la misma persona, busqué por todos los medios un modo de contactar con el dibujante para darle las gracias por toda la felicidad que me habían causado sus dibujos (también inquietud, la única excursión del cole que recuerdo fue una salida para ir a ver una exposición de sus dibujos sobre cine, el dedicado a la película “Rebeca” de Hitchcock me obsesionó durante años, muchísimos años después realicé un taller de cine en esa misma instalación). 



Vaya vaya, la camita de Pepín se parece algo a la camita de los padres de Gustavo y María Isabel

     Lo conseguí, y gracias a un amigo suyo accedí a su teléfono móvil, le llamé, y aluciné con la historia que me contó. José Manuel y José Ramón no eran la misma persona, pero se conocían, ambos coincidieron en el Hogar del Empleado en Madrid. El bueno de José Manuel, riojano y espabilado para más señas, quería ser ilustrador como José Ramón, que por esa época ya empezaba a despuntar en el mundo de la publicidad y de la edición, y no se le ocurrió mejor idea que copiar los dibujos de José Ramón (en concreto los del libro “Cómo nace una familia”, su primer libro y germen del corto, escrito por Adolfo Castaño, y que se publicó en 1966 en la editorial Fontanella) y presentarse con ellos en las editoriales periféricas, hacerlo en Madrid hubiera sido demasiado descarado. Aunque rizando el rizo explicaba que José Manuel Ortiz era un seudónimo, que su verdadero nombre era José Ramón Sánchez (recuerdo que hablamos de finales de los 60, que no existía internet, y que por entonces la cara de José Ramón no era conocida, todavía no había salido en televisión). El caso es que la editorial Santiago Rodríguez picó, y de ese modo Pepín y Lola, en realidad María Isabel y Gonzalo, pudieron nacer, o mejor dicho, pudieron renacer, y ayudar a los niños a leer y escribir. Así que a pesar de todo, a pesar del plagio descarado, incontestable, tenemos que agradecer a José Manuel Ortiz su labor de amanuense, de copista, gracias a él valoro aún más si cabe el trabajo, la genialidad, del humanista José Ramón Sánchez, que a pesar de que algunos amigos le dijeron que le andaban plagiando, en ningún momento pensó en denunciarlo (porque pensó que tendría sus razones, que a lo mejor estaba pasando apuros económicos), de hecho hasta que no le he pasado los libros nunca había visto los dibujos de su “discípulo” más aventajado. Una generosidad, comprensión, bastante inéditas en España, donde la autoría es casi sagrada. Los caminos imagineros de la infancia son inescrutables.


¿Serán mellizas las madres de Pepín y Lola y la de Gustavo y María Isabel?



P.D: Aquí os podéis descargar el corto "Cómo nace una familia"  

https://mega.nz/file/jmhzTSJR#wnpNp9QBnag0qHG_LofellDx5AdVo8TzHA9mbX4r2r4




30 de marzo de 2020

Pepín y Lola (Años 70) (Libros de lectura EGB) PDF (Quiero Leer 1 y 2 - Pepín y sus amigos)

Lola y Pepín son unos críos majísimos que nos enseñaron, que ese lobo con pinta de malote que hay detrás de los árboles junta la letra “a” con la letra “u” para chillar auuuuuuuuu, auuuuuuuuuuuuu. También nos explicaron que el ratóncito que asoma por el agujerito de la pared usa la letra “i” para decir: i, i, i. Y qué requetemaja Lolita que para explicar la letra “l” escogía comerse las alas del pollo.






Lectura online:



Descarga gratuita en PDF:







(Faltan las páginas: 31, 32, 33 y 34
si alguien las tiene y quiere compartirlas: raulyanita@gmail.com)



Lectura online:



Descarga gratuita en PDF:








Lectura online:



Descarga gratuita en PDF:







Un rayito de sol despierta a Pepín (atención a cómo el rayito de sol se le está metiendo a Pepín por un ojo; y atención a los zapatitos de Pepín junto a la cama)



Pepín se despierta, se asoma a la ventana en pijama, y dice: ¡Buenos días!







(ilustraciones de José Manuel Ortiz)

Ya sé leer (Años 70) (Libro lectura EGB) PDF




Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:








El pájaro verde (EGB) (1976) SM (Libro lectura) PDF



(Faltan las páginas 97 y 98, y falta un trozo en 65 y 66,
si alguien las tiene que por favor las mande al correo: raulyanita@gmail.com)




Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:







Primeros Pasos (1976) (Libro de Lectura) (EGB) SM (PDF)



(Faltan las páginas: 113, 114, 115, 116, 123 y 124,
si alguien las tiene y puede compartirlas: raulyanita@gmail.com)




Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:






7 de marzo de 2019

MUNDO NUEVO 2 (Brujín y Mangas Anchas) (EGB) (Años 70) Anaya (PDF)





Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:










MUNDO NUEVO 1 (Charolín y Mediasuela) (EGB) (Años 70) Anaya (PDF)







Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:




Descarga gratuita escaneo para imprimir:

SENDA 3 (Libro de lectura EGB) (Años 70) Santillana (PDF)





Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:




Descarga gratuita escaneo para imprimir:

SENDA 2 (Libro de lectura EGB) (Años 70) Santillana (PDF)






Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:




Descarga gratuita escaneo para imprimir:








SENDA 1 (Libro de lectura EGB) (Años 70) Santillana (PDF)





Lectura online:




Descarga gratuita en PDF:




Descarga gratuita escaneo para imprimir:






9 de enero de 2017

SELICA TORCAL, la voz de nuestra infancia





   Cierto es que siempre es mucho mejor, imprescindible, escuchar la voz original de cualquier actor, personaje, aunque sea animado, pero vivimos en el país que vivimos, y tenemos los recuerdos que tenemos. Con esto quiero decir que para los nacidos en los años 70 las voces de los actores, de los dibujos, eran españolas, y nos las creíamos a pies juntillas, nos parecía natural que cualquier ciudadano del mundo hablara español, de hecho íbamos a la calle y todo el mundo lo hablaba con normalidad, soltura. Heidi era una niña suiza castellanohablante que vivía en las montañas entre cabras y punto, nada había de contradictorio en ese hecho. Tampoco nadie se hubiera atrevido a cuestionar que Heidi era una niña real, que la voz de Heidi era la voz de una niña real, que va a ser que no, era la de Selica Torcal, que por entonces pasaba de los cuarenta, vamos que muy niña no era que digamos. Heidi no sería Heidi sin la voz de Selica Torcal es un hecho, la escuchas en japonés o en su doblaje italiano, y no es Heidi, es una impostora. Lo que ya es menos conocido es que la voz de Selica Torcal está detrás de muchas otras voces inolvidables, incluso de algunas que han acompañado nuestros peores sueños, pesadillas, la terrorífica canción de comba de Pesadilla en Elm Street: “1, 2, canta a viva voz, 3, 4, el hombre del saco, 5, 6, decid lo que veis, 7, 8, cómete un bizcocho, 9, 10, ¿dónde está Fred?”. Es la voz de Selica Torcal la que acojona, no la infantil letra.






   Unos cuantos ejemplos para calibrar la dimensión incalculable de nuestra memoria auditiva asociada a la gran Selica Torcal: 1) La libélula Schnuck, del capítulo 3 del mismo nombre de la Abeja Maya. De pequeño tenía terror a las libélulas, si las avispas y los moscardones ya nos los ponían de corbata, las libélulas, auténticos helicópteros con un sonido demencial, nos daban pavor, me río yo de “Apocalypse Now”. 2) Luca Parondi, el hermano pequeño de “Rocco y sus hermanos” de Visconti. 3) Maggie Gioberti / Channing, la rubia esposa de Chase, luego de Richard, en “Falcon Crest”. 4) Mariel, la enfermiza amiga de “La pequeña Memole”, el equivalente a la Clarita de “Heidi”. 5) El inolvidable Jackie de “El bosque de Tallac”. 6) El gordinflas sexto componente de Parchís en sus legendarias películas, “Carlitos, el flaco”. 7) La retorcida Fallon Carrington Colby, en “Dinastía” y “Los Colby”. 8) El personaje que interpretaba Hanna Schygulla en “Berlín Alexanderplatz” de Fassbinder, Eva. 9) Sid, el chivato gafotas de “Las aventuras de Tom Sawyer”. 10) La inquietante Brooke Shields, Violet, en “La pequeña” de Malle. 11) La también inquietante Cristina Ramón, Celia, en “¡Ya soy mujer!” de Summers, Guillermo en “Del rosa… al amarillo”, Paloma Martín en “Adiós, cigüeña, adiós” y “El niño es nuestro”. 12) La rechonchilla carapan de “Con ocho basta”, Elizabeth Bradford. 13) La rotunda e histérica Cerdita Peggy de “El Show de los Teleñecos”. 14) La castaña de “Las dos inglesas y el amor” de Truffaut, Ann Brown. 15) El entrañable regordete Spanky de “La Pandilla”. 16) Emmanuelle, sí sí, Emmanuelle, en la primera, ya sé que cuesta asociar mentalmente a Heidi y a Sylvia Kristel pero es lo que hay. 17) La maravillosa Diane Lane, Lauren King, en “Un pequeño romance” de Roy Hill. 18) La luminosa Kate Jordache en “Hombre rico, hombre pobre”. 19) La intrépida Lois Lane en “Superman”. 20) La hermana mayor de Stan, Shelley Marsh, en “South Park”. Y finalmente, para los más talluditos, dobló a Shirley Temple y a Sally McMillan en “McMillan y su esposa”.






   Como podéis comprobar, una auténtica barbaridad, y solo es una pequeña selección, lo que le debemos a la flexible voz de la segoviana Selica Torcal, aunque su labor sea prácticamente desconocida, reconocida, ya se sabe el desprecio que hay en España hacia los dobladores, a los que casi nadie considera verdaderos actores, aunque lo sean, y de los buenos, hacer creíble lo increíble es más difícil que hacer creíble lo creíble, actuar con la voz mucho más difícil que con el cuerpo.






Me quedé sin voz durante la serie por la dichosa Heidi. Durante un tiempo, tuvo que sustituirme una compañera, le dejamos unos casetes para que pudiera imitarme. No voy a negarlo, supe darle ternura, el tono de una niña tan chiquita, de cinco años. Todos me lo decían y lo cierto es que fue un boom. Me caía fatal, esa puñetera niña me dejó muda. Pero no le guardo rencor a pesar de que me robara la voz”. Selica Torcal