Estas navidades, buscando juguetes para un sobrino, di con una tienda que, aparentemente, nada tenía de especial. Una vez dentro no salía de mi asombro, como si el tiempo se hubiese detenido algunos de los juguetes que allí había eran los mismos de mi infancia. Juraría que entre ellos estaba el Fort Apache de Comansi, que también pasó por mi habitación, lugar de los juegos. Estuve a punto de cargar con algunos de ellos, arrebatado, pero de pronto decidí no hacerlo, no por un ataque de sensatez, sino más bien temor, el temor de hollar con zapatos limpios un espacio y un tiempo demasiado míticos y preciosos para mí.
Ahora que por fin hemos conseguido la madurez, es un decir, y tenemos la vida felizmente irresuelta, es el momento de mirar hacia adelante, de volver al paraíso, sin nostalgias, se tiene nostalgia de lo que se ha perdido, y en nuestro caso de la infancia nunca nos hemos bajado ni tenemos la más mínima intención de hacerlo.
El blog pretende ser algo abierto, vivo, un cuarto de juegos, un cuarto de atrás, en el que cualquier tema relacionado con nuestra infancia, por anecdótico que sea, tiene cabida, desde el Colacao a la Nocilla pasando por los cromos, los dibus, las pegatinas, los tebeos, los jugues, las canciones, los libros de texto, y un larguísimo etcetera., toda colaboración, opinión, sugerencia, material, será bienvenido, y agradecido (raulyanita@gmail.com), adultos abstenerse.
raul es un niño con gafas y anita una niña de pelo fosco, que viven en un libro de lengua española de 2º de E.G.B de Anaya.
Aportaciones al blog: raulyanita@gmail.com
Hola.
ResponderEliminarEstas navidades, buscando juguetes para un sobrino, di con una tienda que, aparentemente, nada tenía de especial. Una vez dentro no salía de mi asombro, como si el tiempo se hubiese detenido algunos de los juguetes que allí había eran los mismos de mi infancia. Juraría que entre ellos estaba el Fort Apache de Comansi, que también pasó por mi habitación, lugar de los juegos. Estuve a punto de cargar con algunos de ellos, arrebatado, pero de pronto decidí no hacerlo, no por un ataque de sensatez, sino más bien temor, el temor de hollar con zapatos limpios un espacio y un tiempo demasiado míticos y preciosos para mí.
Un saludo, y enhorabuena por el blog.