8 de noviembre de 2008
Davinia
Mi Davinia era la de arriba pero en rubio platino y con el pelo liso. Llenabas el lavabo azul de agua, girabas la cabeza de la muñeca, cual niña del exorcista, y al apretujar la ducha salía parte del agua que habías metido en el lavabo, y ya podías lavarle el pelo. Tenía también para pintarrajearle la cara: sombras, colorete, lapiz de labios... El secador era un pasadón aunque el aire salía frío. Tenía rulos, champú, rotus para hacerle mechas. Pero lo que más le hacía en el pelo era trenzas. Nunca fui muy apañada con los peinados.
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