11 de noviembre de 2008

Valladolid en los años 70 y 80

Parece mentira pero en apenas 30 años y gracias a la absoluta incompetencia de nuestros gobernantes la ciudad en la que nacimos poco, o nada, tiene que ver con la actual, en la mayoría de los casos el cambio ha sido a peor, y en su totalidad las modificaciones han sido realizadas a espaldas, contra, los niños.

Nuestro querido alcalde ha convertido todos los lugares con encanto, mágicos, en sitios funcionales llenos de cemento, más que un alcalde es un leñador, son innumerables los árboles centenarios que se ha cargado y centenares de espacios verdes por mera especulación inmobiliaria, para dejar a la vista vulgares muros de piedra sin el menor interés artístico y poner estúpidos parterres con flores que dan vergüenza ajena, y propia.

Si en los años 60 consiguieron cargarse el centro histórico con mayúsculas, en la primera década del siglo XXI se han cargado el Valladolid histórico con minúsculas.

Procedo a relatar las tropelias cometidas comenzando por los parques, el territorio de la infancia:

El Campo Grande. Mejor dicho, el Campo Cercado Grande, porque antes no lo estaba y era como si el parque, el bosque, se fundiera con la ciudad, ahora no, ahora es un espacio acotado, encerrado, las razones son comprensibles, para evitar el vandalismo nocturno y el sacrificio de animales, que los había, y muchos, pero antes era más bonito.

A eso hay que añadir que la actual cascada ha perdido todo su encanto, su misterio, ya ni tan siquiera se puede entrar por detrás, porque más que una cascada parece un canalón de desagüe, el único lugar de la ciudad que realmente necesita una auténtica cortina de agua es el único que tiene el agua restringida, ya casi nadie sube a lo alto de la cascada para contemplar el Campo Grande desde arriba, principalmente porque tal y como están los accesos es jugarse la vida.




También hay que resaltar la desaparición de las pérgolas del Paseo de coches, el paseo por fuera del Campo Grande, que era lo que más nos gustaba a los niños, sobretodo para poder saludar a nuestros amigos la sirenita y al oso polar, que ahora está abandonado a su suerte, que estaban situados en islitas en medio de pequeños estanques que nos servían para la navegación fluvial de nuestros barcos de papel, y en general cualquier cosa susceptible de poder flotar, incluidos nuestros propios pies, un mal día jugando a los bordillos lo tiene cualquiera, por no hablar de que las pérgolas nos servían de improvisados escondites, el actual paseo, una vulgar masa de cemento y de adoquines que se mueven carece de todo encanto y de alicientes para los niños, ni tan siquiera hay bordillos a los que subirse.





Lo que también se ha perdido es la barca, por defunción del barquero, el barquillero, que siempre andaba merodeando cerca del estanque, y los cisnes, porque o mucho me equivoco o ya no hay cisnes, cosa que no carece de importancia teniendo en cuenta que una de las fuentes del Campo Grande se denomina del cisne, que ya no se celebre la Feria del libro de viejo y de ocasión en el paseo central, el paseo del Príncipe, y se haga en el Paseo de coches de fuera del parque es algo que puede parecer anecdótico pero no lo es, demuestra el lugar que ocupa la cultura para nuestros cabestros políticos, un lugar externo, no es lo mismo pasear lentamente y hojear libros en un parque que ver una hilera de casetas apiñadas en una acera.



Por último echo de menos que el Paseo de coches no sea un aparcamiento, aunque es evidente que ahora está mucho mejor sin serlo, pero era muy divertido buscar sitio, una competición entre hermanos a ver quien encontraba el espacio libre, nuestra percepción de la amplitud del hueco casí siempre era equivocada, error achacable a que en casa rara era la vez que no encontrábamos un aparcamiento adecuado a nuestros burrunes, la siguiente competición era encontrar el coche a la vuelta del paseo, nuestros padres ponían demasiada fe en nuestra capacidad de orientación y el proceso de búsqueda del coche se podía demorar en exceso, menos mal que el R-8 era un coche deslumbrante que se hacía destacar entre los demás, a pesar de que la mayoría de los coches fueran también R-8 blancos, lo que nos hacía albergar nuestras pequeñas, grandes, dudas.




(en la foto se puede apreciar la falta de cerramiento, el aparcamiento de coches a la izquierda, y a su izquierda una doble hilera de árboles que es donde se situaba la pérgola)


(continuará...)

1 comentario:

  1. cierto es que la cascada del campo grande se ha vuelto un poco desafio montañero.

    Una pena que la fueria del libro viejo no se celebre dentro del campo grande

    ResponderEliminar